El festival de agravios y ofensas que está caracterizando la presente campaña electoral parece no tener miramientos ni muros de contención. Las desafortunadas, peregrinas, irrespetuosas y aventureras declaraciones del presidente del Partido Revolucionario Dominicano, ingeniero Ramón Alburquerque, contra Su Eminencia Reverendísima Nicolás de Jesús, Cardenal López Rodríguez acusándolo de ser el
principal vocero de la reelección del presidente Leonel Fernández así lo confirma.
La pasión política parecer obnubilar a dirigentes que no saben distinguir el disentimiento con la decencia y que sus mentes siempre ven opositores en todos aquellos que mantienen una postura vertical, clara, diáfana y transparente, como es el caso de nuestro Cardenal, quien no anda titubeando para llamar al pan, pan y al vino, vino.
Parece que este tipo de postura no la resisten ciertos dirigentes acostumbrados a escuchar loas a sus discursos demagógicos y sin futuro. Querer comprometer a uno de nuestros pastores con un determinado color partidario es ignorar la Doctrina Social de la Iglesia que está por encima de los vaivenes políticos que vive una nación.
El mensaje doctrinal tiene como fin la búsqueda del Bien Común, tan lejos muchas veces de los que se ufanan de propiciar cambios que se duermen en documentos y que sólo sirven para perpetuar privilegios en una clase política que no se inmuta frente a los crecientes cuestionamientos de una sociedad que le pide a gritos un cambio de conducta que se apegue a la ética y la moral.
Queremos pensar que las afirmaciones del presidente del PRD, no reflejan el sentir de su candidato a la
Que quede bien claro, del único que nuestro Cardenal es vocero es del mensaje liberador de Cristo, al cual ha entregado su vida para siempre.