Las plantas, específicamente los árboles por su tamaño, mantienen el equilibrio de los gases fisiológicos de la atmósfera. Estos seres vivientes, durante las horas del día, absorben del aire el gas carbónico (CO2) y nos devuelven oxígeno (O2) en igual cantidad, el gas que nosotros utilizamos en nuestros procesos respiratorios.
Además de este equilibrio gaseoso, los árboles tienen la habilidad de absorber e incorporar en sus tejidos substancias venenosas que flotan en el aire, ayudando en esta forma a purificar el aire que respiramos. Por lo tanto, cuando sembramos árboles, no solo ayudamos a mejorar la estética de la ciudad sino que estamos proyectando al futuro, cuando el pequeño arbusto que hoy plantamos se convierta en un frondoso árbol que filtre las impurezas del aire.
Además de esto, los árboles son muy importantes para proveer otros factores que son esenciales para mejorar la calidad de nuestra vida en el ambiente en que nos desarrollamos.
Entre estos, podemos mencionar algunos: los árboles controlan la temperatura del ambiente; sirven de amortiguadores para disminuir la intensidad del ruido de la ciudad; evaporan gran cantidad de vapor de agua que después regresa a nosotros en la refrescante lluvia que tonifica la temperatura del aire; enriquecen la estética del ambiente ofreciéndonos un ambiente más placentero para vivir; y sirven de habitáculo para una gran cantidad de animales especialmente aves, que no solo tienen en ellos su hogar sino que también obtienen el sustento de cada día.
Cuando usted considere la importancia que tienen los árboles para nuestra vida, entonces comprenderá la reacción violenta de los ambientalistas ante el corte de árboles en nuestra ciudad.
Recientemente hubo enfrentamientos por la tumba de árboles en la construcción del expreso Trujillo Alto; en un solar de Hato Rey para sembrar un condominio de concreto o la larga lucha que tuvieron los vecinos de la Ramírez de Arellano en Guaynabo por la destrucción de un frondoso árbol.
El contaminador mayor del aire es nuestro automóvil, que si no está bien calibrado, se moverá por la ciudad vomitando monóxido de carbono, partículas de plomo, hidrocarburos y materia particulada en el humo que libera el mofle.
El cigarrillo, una actividad social humana muy arraigada, también contamina el aire produciendo substancias cancerosas que no solo afecta al fumador sino al no fumador que inhale el humo.
El uso de detergentes fuertes en el hogar también puede contaminar el aire, especialmente el que inhalamos en nuestro hogar. La quema desmedida de materia orgánica y los desperdicios industriales también contaminan la atmósfera y por consecuencia, no respiraremos el aire puro que requieren nuestros pulmones para funcionar efectivamente.
Cuando respiramos aire en una montaña alta o la fresca brisa que viene del mar instintivamente inflamos los pulmones de ese aire que nos impresiona por su pureza.
La Asociación Puertorriqueña del Pulmón los invita, no solo a celebrar mayo como el mes del aire limpio, sino a que también luche porque la atmósfera en que vivimos esté libre de contaminantes.
Esto habrá de redundar en una buena salud pulmonar y esto hará su vida más placentera y más larga. Esperamos contar con su cooperación para salvaguardar la pureza de nuestro aire.