Por: Jonathan Tapia
El Universal
HUNTSVILLE, Texas.- El mexicano José Ernesto Medellín Rojas fue ejecutado anoche por el gobierno de Texas, ya que lo consideró culpable de haber sido copartícipe de la violación y asesinato en 1993 de dos adolescentes, una de 14 y otra de 16 años, en el condado de Houston.
El Departamento de Justicia Criminal de esta entidad cumplió, a las 21:57 horas de ayer, una orden emitida por la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos el pasado 5 de mayo, dándole autorización a la entidad texana para quitarle la vida, mediante una inyección letal, al tamaulipeco de 33 años, a pesar del fallo del 31 de marzo de 2004 de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que mandaba revisar la sentencia de Medellín Rojas.
Por la ejecución, el gobierno de México envió una nota de protesta a Estados Unidos, pues consideró que representa una violación al derecho internacional. Las últimas palabras del mexicano fueron: “Siento el dolor que mis acciones causaron, espero que esto traiga consigo el cierre emocional que ustedes estaban buscando, por favor no odien”, y lo hizo dirigiéndose a los familiares de las dos adolescentes violadas y muertas por él en Houston en 1993.
Durante sus últimos momentos volteó dos ocasiones a ver a sus testigos, mismas en las que les dijo que los amaba. Medellín, según los testigos, se oía tranquilo, sonriente a la gente que lo acompañaba, e incluso pedía perdón a cada momento cuando lo estaban amarrando a la cama.
Después de sus últimas palabras agregó: “Okey guardia, estoy listo”.
Ernesto portaba el típico uniforme blanco con pantalón de tela y camisa sin mangas, y los testigos sólo alcanzaron a apreciar la banda amarilla que lo sujetaba contra la cama. A los pies de Medellín se encontraba el consejero espiritual y en su cabeza el guardia de seguridad. Medellín murió en paz y tal pareciera que conciliaba el sueño. Su cuerpo hizo algunos ruidos similares a los de ronquidos en el último aliento.
Los testigos de las familias ofendidas fueron padre y madre de Elizabeth Peña y sólo el padre y una amiga por parte de Jennifer Ertman, las jóvenes asesinadas. De acuerdo con la versión de los abogados de Medellín, no hubo ningún insulto en contra de su cliente por parte de las familias ofendidas, quienes se limitaron a observar el final.
Los padres de Medellín no asistieron a la ejecución, y sus restos serán trasladados a la ciudad de Houston, Texas, a una hora no definida por el gobierno. Afuera de la prisión de Huntsville, durante toda la tarde hubo manifestaciones. Alrededor de las 21:40 horas se observó la entrada de los testigos legales que presenciarían la ejecución (abogados y amiga de Medellín), con lo que se encendió el fervor una vez más de los manifestantes, quienes toda la tarde pidieron clemencia para Medellín.
Aplazamiento momentáneo
La ejecución del tamaulipeco, programada inicialmente para las 18:00 horas, tuvo una dosis adicional de dramatismo debido a que, poco antes de cumplirse el fatal plazo, el bufete de abogados presentó una apelación ante la Suprema Corte de Texas, con la finalidad de que se le recomendara al gobernador, Rick Perry, le otorgara clemencia.
“Me acaban de confirmar que la Suprema (Corte) aceptó una última apelación de los abogados del señor Medellín, por lo que la aplicación de su condena se detiene momentáneamente”, indicó en su momento Jason Clark, vocero del Departamento de Justicia Criminal del estado de Texas.
Pero ya todo estaba preparado para continuar con el proceso, y José Ernesto se encontraba en una sala especial conocida como la Dead House (Casa de la Muerte).
De acuerdo con el protocolo penitenciario de Texas, Medellín Rojas caminó los entre 25 y 30 metros del último pasillo que lo conduciría al sillón en el que sería amarrado y muerto en nombre de las justicia. Estando ahí postrado, junto a las tres jeringas con el líquido y los médicos preparados, inesperadamente se recibió la confirmación de que uno de los máximos tribunales de Texas aceptó la apelación del grupo de abogados.
Sin embargo, casi cuatro horas más tarde se ejecutó la orden. Como se había mencionado, los únicos que tuvieron acceso a estar detrás del vitral donde se llevaría a cabo la ejecución del homicida de las dos adolescentes fueron sus tres abogados y su amiga Sandra Crisp, mujer que conoció a Ernesto durante su adolescencia, cuando vivía en Houston, Texas. Sus padres, Venancio Medellín y María Rojas, no estuvieron presentes.
Al final, en entrevista, Sandra Babcock, principal representante legal del mexicano, aseguró que se hizo todo lo posible por continuar defendiendo a su cliente. El cónsul general de México en Houston, Carlos González, dijo que hicieron todo lo diplomáticamente posible para asistir en el caso denominado Medellín contra Texas.
En una comunicación diplomática, la SRE expresó al Departamento de Estado de EU su preocupación por el precedente que pueda sentar este caso para los derechos de los connacionales que puedan ser detenidos en ese país. (Con información de Natalia Gómez).