HISTORIA DEL JABON
Por: Mabel Mejía
El nacimiento del primer jabón se pierde en la noche de los tiempos. Los egipcios ya utilizaban un producto jabonoso que consistía en una mezcla de agua, aceite y ceras vegetales o animales, fórmula que fue utilizada también por los griegos y los romanos.
En el siglo VII existía una potente industria en España e Italia y fue precisamente en la ciudad italiana de Savona donde se empezó a elaborar un jabón de aceite de oliva que también hacían los musulmanes. En el siglo XV aparece el jabón de Marsella, el precursor de los jabones actuales, preparado con una mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas vegetales.
La industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural. Durante la 2º Guerra Mundial, los americanos desarrollaron un tipo de jabón que podía utilizarse con agua del mar, pensando en los marines destinados en el Pacífico: así nació el jabón dermatológico, el menos agresivo de todos los jabones.
Jabones desodorantes
No es hasta el siglo XIX, cuando los científicos descubren el papel de las bacterias en el desarrollo del mal olor, que aparecen los primeros desodorantes.
El pionero lo inventaron, cómo no, los americanos: "Mum" (1888), una crema bactericida que dio origen a una marca de desodorantes todavía en pleno auge. Su éxito fue espectacular, algo comprensible teniendo en cuenta que, hasta ese momento, lo único efectivo para combatir el mal olor consistía en frotar las axilas con amoníaco diluido en un poco de agua o en impregnarse en perfume, que mezclado con el sudor producía un olor bastante peor.